¿Cómo usamos el plástico?
Cuando hablamos de plástico nos referimos comunmente a una serie de polímeros derivados del petróleo que, por su versatilidad tecnológica se han convertido en un material omnipresente en nuestra vida cotidiana.
En Europa se emplean 25,8 millones de toneladas de plástico anualmente, de las cuales sólo el 30% son reciclados, lo que conlleva una pérdida de valor en un camino hacia la economía circular, y un impacto ambiental brutal.
Por este motivo las iniciativas legislativas de la UE se dirigen hacia el aumento de la reciclabilidad de los plásticos y su uso en la industria alimentaria, y a la exploración de otros materiales susceptibles de substituir una parte del plástico empleado.
(…) el 95% de los plásticos empleados en envases alimentarios no se reciclan (…)
El plástico en la industria alimentaria.
El plástico es uno de los materiales más utilizados en la fabricación de envases y embalajes para alimentación ya que presenta diversas ventajas:
- Tecnológicamente es un producto muy versátil, permite crear diferentes formas, texturas, colores y consistencias. Permite dar rienda suelta al diseño de los envases con el fin de hacer los productos más atractivos al consumidor.
- Es muy ligero, lo que representa una ventaja de cara al transporte, optimizando sus costes tanto monetarios como ambientales.
- Permite fabricar envases y envoltorios que facilitan la conservación de los alimentos preservando una serie de características en su interior y previniendo la entrada en contacto del alimento con contaminantes físicos, químicos o biológicos.

Plástico e inocuidad alimentaria
El plástico como recurso.
A pesar de sus ventajas, se calcula que el 95% de los plásticos empleados en envases alimentarios no se reciclan, es decir, se pierden en el primer uso. Este hecho genera una pérdida de valor de entre 70.000 y 105.000 millones de euros anuales.
(…) reducción del residuo en origen, como a la mejora de la recogida y reciclaje de envases y al incremento de la demanda de plástico reciclado (…)
El plástico como residuo.
Todos estos envases alimentarios que se desperdician no se reciclan por dos motivos principales:
- La mayoría de envases alimentarios se componen de sobres de plástico ligero, de todos los tamaños pero principalmente utilizados en el sobreempaquetado en porciones o unidosis. Con las tecnologías de separación de residuos la mayoría de las veces éstos acaban saliendo del ciclo del reciclaje debido a que tienen un tamaño y un peso total muy pequeño.
- La demanda de plástico reciclado es muy baja, mucho menor que la generación del residuo. En la industria alimentaria ello se debe a que en los materiales reciclados es complejo llegar a certificar los compuestos y aditivos del producto restante, al ser una mezcla de residuos previa.
El escenario futuro para el uso del plástico en la UE.
La Unión Europea ha puesto en marcha iniciativas encaminadas a implementar y explorar acciones orientadas tanto a la reducción del residuo en origen, como a la mejora de la recogida y reciclaje de envases y al incremento de la demanda de plástico reciclado. Entre las alternativas a fomentar o explorar se encuentran tanto las que hacen referencia al estudio y promoción de la utilización de nuevos polímeros, como aquellas orientadas a modificar los procesos existentes.
Materiales alternativos al plástico.
De los paquetes de medidas a fomentar relativas al uso de materiales alternativos, se centran en encontrar un sustituto para el plástico. Es decir, los esfuerzos se dirigen al desarrollo tecnológico y regulación normativa de otros materiales: polímeros alternativos que no tengan origen en el petróleo.

Polímeros alternativos al plástico.
Plásticos de origen biológico.
La alternativa más conocida hasta la fecha son los plásticos de origen biológico (cereales, tubérculos), muy semejantes a los plásticos tradicionales, pero con un período de degradación infinitamente más corto. Dejando al margen que no existe una normativa clara, el principal problema que se presenta es la dificultad en el etiquetado. El consumidor debe de ser capaz de identificar inequívocamente lo que es un plástico que va al contendor de envases ligeros (amarillo) del material que es biodegradable y debe de depositarse junto a la materia orgánica.
A pesar de ser biodegradable este material no se comporta bien en las plantas de compostaje. Además genera la sensación en el consumidor de que no se está generando un residuo, lo que es obviamente falso.
Plásticos a base de dióxido de carbono y metano.
En la fabricación de polímeros a base de dióxido de carbono o metano también se presentan algunas dificultades. En la producción de plástico de CO2 son necesarios productos que son altamente peligrosos, además de que tiene unos costes elevadísimos.
Las bacterias del género Methylobacter usan metano para producir un polímero con unas características muy interesantes, pero es una tecnología incipiente y aún queda por ver si se puede diseñar un proceso que sea tecnológicamente viable a escala industrial.
Políticas públicas para la reducción del desperdicio del plástico.
Al margen de las capacidades tecnológicas para producir y utilizar otros polímeros más sostenibles, las políticas europeas se ven a centrar en impulsar la reducción de los desechos de envases utilizando una serie de medidas destinadas a la industria alimentaria.
Actualmente no se emplean plásticos reciclados para los envases alimentarios debido a que no siempre es fácil garantizar la composición del producto resultante. Esto va en contra de la necesidad de introducir criterios de economía circular. Los plásticos empleados para el envasado alimentario salen del ciclo después de un solo uso causando una pérdida de valor muy elevada.
No siempre se puede garantizar que un plástico reciclado no contenga algún aditivo o contaminante que ponga en peligro al inocuidad del alimento. En esta línea se han desarrollado alrededor de un centenar de procesos que sí que permitirían la producción de un plástico reciclado como materia prima para envases de uso alimentario que garantice la inocuidad alimentaria. En este sentido la UE va a dar luz verde a la autorización de estos procesos para que puedan estar disponibles lo antes posible.
Se van a impulsar medidas para reducir la generación de residuos en origen a través de:
- Incentivar el diseño de envases que empleen menos materiales. Además la composición y el diseño deberá estar orientado a facilitar el reciclaje del mismo. Para el año 2030 la UE quiere que todos los envases sean reciclables.
- Establecer nuevos mecanismos de responsabilidad ampliada para los productores. Este punto no es nuevo, está previsto en el Título IV de la Ley 20/2011. Ejemplo de ello son ECOEMBES, ECOVIDRIO, la recogida y gestión de los aceites minerales usados, la recogida y gestión de pilas y residuos de aparatos eléctricos y electrónicos. Según estos mecanismos los productores son los responsables de aportar una cantidad monetaria para el posterior tratamiento de los residuos que generan sus envases o productos.
- Ampliar la presión normativa sobre los productores de envases y la industria alimentaria para fomentar la reutilización y evitar el sobreenvasado. Estableciendo mecanismos fiscales si fuera necesario.
Finalmente, como sucede en la mayoría de cambios asociados a los hábitos de los ciudadanos, el consumidor puede tener un papel vital. Como consumidores tenemos el poder de la elección y con él la capacidad de orientar los intereses de la industria alimentaria.
Veremos cómo se despliega la normativa europea relacionada con la reducción de la utilización de los plásticos, ante la necesidad urgente de reducir la presión ambiental que genera este exceso de residuos sin tratar.